ADVIENTO: tiempo de silencio, reflexión, gratitud y expresión.

Un nuevo Adviento nos convoca a preparar el corazón para la Navidad. Un año lectivo que va concluyendo. Pasos de un nivel a otro y finalización de la etapa secundaria en nuestras promociones de Sociales y Técnicos 2019. ¡Cuánta intensidad que tienen estos días! Tanta, que corremos el riesgo que se nos pase de largo sin gustar, sin saborear su significado más profundo.

Por esto también es un tiempo que nos invita a detenernos, a entrar en el silencio -que tal vez nos asusta un poco porque estamos más habituados al ruido- para mirar contemplativamente.

Lo primero que nos ayude quizás sea la gratitud. Poder recordar lo vivido y detenernos para agradecer. Lo que se agradece no se echa a perder…La gratitud nos aleja del mal espíritu de la queja.

Poder expresar, decir y comunicar especialmente a nuestros próximos cuánto los valoramos y queremos es otra actitud que nos dispone a salir de nosotros mismos muchas veces encerrados en actitudes más bien narcisistas y por eso mismo estériles.

Agradecer y expresar son dos actitudes nos orientan a recentrar nuestro corazón en Dios. Porque muchas veces nos pasa que si bien andamos en las cosas de Dios, cosas buenas y necesarias incluso, dejamos de lado al Dios de todas las cosas. Regalarnos un buen mano a mano en la oración con Él que es quien sale primero a nuestro encuentro…Contarle de nuestro año, de lo que hicimos y de lo mucho que lo necesitamos. Nuestro corazón -dice san Agustín- anda inquieto hasta que no descansa en Dios. Y en cada Navidad el Niño Dios anda buscando dónde hacer morada junto a su Madre, la Virgen y san José. Y no tengamos miedo de abrir la puerta aunque haya un poco de lío: “María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura” lo dijo el Papa Francisco hace un tiempo.

Les deseo a todos una feliz Navidad y un fecundo 2020.

Pbro. Alejandro Raviolo

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